Wednesday, August 8, 2007

¿Hemos entendido la Biblia?


A continuación, unos planteos bíblicos que quizás nunca se hizo.

Nota: La traducción es mía.


Cielo y Tierra

En el principio creó D’s los cielos y la Tierra. Y la Tierra estaba caótica. Y oscuridad sobre la faz del abismo. Y el viento de D’s flotando sobre la superficie de las aguas.”

1: ¿Cuándo y cómo creó D’s los cielos, la Tierra, el abismo, las aguas? ¿Debemos contar ese “principio” como parte de los 6 días, o como un suceso anterior?

2: ¿A qué “cielos” se refiere?, ¿qué había en ellos?

3: ¿Qué es “el abismo”?

4: ¿Qué es “el viento de D’s”?


La luz, el Sol, y la medida del tiempo

Y dijo D’s: «Que haya luz». Y hubo luz […]. Y dijo D’s: «Que hayan luminarias en el firmamento de los cielos, para distinguir entre el día y la noche, y servirán para señales y fechas y días y años […]». Y D’s hizo las dos luminarias grandes […]. Y fue el atardecer y fue la mañana: cuarto día.”

1: ¿Qué clase de “luz” había antes de que el Sol, la Luna y las estrellas fuesen creados?

2: ¿Qué diferencia hay entre “firmamento” y “cielos”?, ¿qué viene a ser cada cual?

3: Si los astros fueron creados en el cuarto día, ¿qué clase de “días” hubo antes?, ¿podían ser “días de 24 horas”?, ¿de qué manera se midieron?


El ser humano

Y dijo D’s: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza […]». Y creó D’s al ser humano a su imagen. A imagen divina lo creó. Macho y hembra los creó. […] Y D’s formó al ser humano del polvo de la tierra, y sopló en sus narices un alma de vida, y el ser humano fue un alma viviente.”

1: ¿Qué significa esa “imagen y semejanza”?

2: ¿Por qué esa necesidad de “formarlo” artesanalmente? ¡De los demás animales no se dice que tomaran tanto “trabajo”!

3: ¿Qué significa “sopló en sus narices una alma de vida”?, ¿acaso no se podía vivir sin eso? ¡Tampoco de los animales se dice que necesitaran de semejante soplo, y sin embargo viven!


Hay más preguntas, claro. Yo sólo enumeré las principales dentro de un amplio repertorio. Tampoco me propongo ahora dar respuesta a todas esas cuestiones; ni soy dueña de todas las respuestas. Pero sí daré un panorama general, dentro de mis posibilidades, con el único objeto de demostrar que quizás hasta ahora no hemos estado entendiendo la Biblia como es debido.

En parte, el problema radica en que nunca hemos leído la Biblia en sí. Sino en el mejor de los casos, traducciones simplistas; y en el peor de los casos, meros relatos bíblicos adaptados a un público infantil. De ahí que es casi seguro, que los interrogantes que acabo de plantear le han parecido novedosos.

Nota: los números que siguen a continuación no se corresponden con los detallados arriba.


Cosmología:

1: Antes de enunciar lo sucedido en cada “día” de la creación, se parte de un cielo y una Tierra previamente “hechos” por D’s. Luego, posiblemente los famosos “seis días” no deban contarse desde la creación del Cosmos, sino desde que el Orden reemplazó al Caos en los negocios terrestres.

2: Cuesta entender qué “luz” podía haber antes de la creación de los astros. Lo más plausible es que aquí no se refiera pues a “luz” óptica, sino a “energía”.

3: Más intrigante es que se hable de “día” y “noche” antes de la creación de los astros. Una posibilidad es que los astros también deban considerarse como “ya creados” en ese remoto “principio” al que se alude antes de iniciar la cuenta de los “6 días” y lo en ellos acontecido. Luego, “en el principio creó D’s los cielos” debería entenderse como “los cielos con todo lo que contienen”.

4: Si es así, ¿para qué volvería a crearlos en el cuarto día?: Una posibilidad es que, en el cuarto día, los astros se hicieron visibles desde la superficie de la Tierra. Es decir que antes la atmósfera puede haber estado permanentemente cubierta de nubes muy espesas que imposibilitaban la visión del firmamento. Esto también resolvería la cuestión de cómo podía haber luz previamente: las radiaciones solares llegaban a la superficie aunque el Sol mismo no pudiese verse desde ella.

5: Esto también resuelve otra cuestión no planteada anteriormente: que fuera posible el desarrollo de la flora terrestre en el tercer día, es decir antes de que el Sol fuese “formado”. En este caso, la radiación solar que alcanzaba a llegar hasta la superficie favoreció el desarrollo de dicha flora primitiva, incluso antes de que el Sol mismo fuese visible desde ella.

6: Si el Sol existía desde antes, entonces los “seis días” podrían tomarse con bastante literalidad. Pero si el Sol “nació” recién en el cuarto día, entonces ninguno de los “días” puede tomarse en forma literal. En ese caso (y quizás en ambos), se trató de una única medida de tiempo, establecida pura y exclusivamente al fin de demarcar de alguna manera los períodos cósmicos en que los dichos sucesos se desarrollaron. Que “día” no necesariamente son 24 horas, lo demuestra otro versículo “Porque mil años son a Tus ojos como el día de ayer que pasó” (Salmos).


La Humanidad:

Imaginar a un D’s que juega con el barro y luego sopla en las narices de un muñeco recién formado suena bastante burdo, ¿no? Máxime cuando, como ya le hice notar, nada de esto pareció necesario a la hora de formar al resto de las criaturas vivientes. Lo más posible es que esto, como la alusión a la “imagen y semejanza”, sea una metáfora que busca definir a grandes rasgos la esencia de la naturaleza humana.

El “polvo de la tierra” bien puede significar lo más bajo y despreciable; aquello que es pisoteado al andar sin siquiera prestarle atención. No sólo que como humanos tenemos mucho defectos bajos y despreciables como esos sino que lamentablemente, también adolecemos de una deleznable tendencia a pisotearnos los unos a los otros, como si los unos no valiéramos a los ojos de los otros, ni más ni menos que “el polvo de la tierra”. Si a esto quiso referirse la Biblia, ¡nunca pudo estar más acertada!

En cambio, la “imagen y semejanza” vendría a ser todo lo que de sublime tiene el ser humano: sus insólitas cualidades altruistas, su capacidad para la entrega, sus escrúpulos morales que entran en abierta contradicción con la plena satisfacción de los bajos instintos antes mencionados, etc.

Por su parte, ese “soplo en las narices” quiere agregar otro ingrediente: la capacidad del habla, que es la distinción más notable entre humanos y animales. Fuera de esa habilidad (para la que hacemos uso, precisamente, del aire) y hablando en términos biológicos, no hay mayores diferencias entre nosotros y ellos.


Apéndice:

Algunos detalles de interés:

1: Las traducciones habituales suelen enredarse a la hora de distinguir entre los términos “Ser Humano” (Adam), “Hombre – Mujer” (Ish – Ishá), “macho y hembra” (Zajar u-Nekevá) [entre otros muchos conceptos de apariencia similar que originan enredos].

2: “Ser Humano” (Adam) está etimológicamente relacionado con “tierra” (Adamá).

3: Hay dos términos distintos que en Castellano se traducen igual, y eso también da pie a confusiones. La “tierra” (terreno) que pisamos = Adamá. El Planeta “Tierra” = Áretz. He buscado distinguir entre ambos mediante el uso alternativo de mayúscula – minúscula.

4: “Cielo” y “Agua”, en hebreo son plurales que no admiten singular. Dado que en lo dos casos el Castellano admite ambas formas sin que el significado se altere por ello, es posible respetar la forma plural al traducir, aunque tampoco es imprescindible.

5: Y en general, la traducción del hebreo bíblico al Castellano presenta muchas dificultades. La dificultad mayor afecta a los términos con más de un significado. Al ser traducidos, finalmente se ven reducidos también a una única acepción (la que el traductor escogió plasmar), con lo que el texto bíblico pierde muchas posibilidades interpretativas. Las mismas son mucho más amplias de lo que el lector de textos traducidos se atrevería a sospechar. Pondré por caso una de las definiciones habituales con que en hebreo se busca aludir a D’s:


Ein-Sof

Puede traducirse como:

Interminable”

Pero también como

La Nada Final”


¡Y ahora, entiéndalo!


Paula Mariel Maggiotti

domovilu@gmail.com


P.D.: De principio a fin, el presente artículo se circunscribe en el ámbito de la mística, en el que por lo general no gusta introducirme. Simplemente, que en lo personal no necesito de la mística para que me explique nada, ni veo utilidad práctica alguna en una excesiva ocupación en divagaciones místicas.

Si mencioné aquí estos asuntos, es solo para abrirle una ventana a otras posibilidades de interpretación del texto bíblico. También para demostrarle que el mero hecho de preguntar no necesariamente tiene que ser “ilícito”, sino lo contrario. Eso sí, siempre y cuando no nos contentemos con la pregunta, sino que a partir de ella indaguemos por su respuesta, o por lo menos no dejemos de ser conscientes de que alguna (y quizás más de una) respuesta tiene que haber.

Por último, tampoco pretendo que salga Ud. corriendo a estudiar la Biblia. Sino sólo que sepa que hasta ahora no la ha conocido Ud. en lo más mínimo, aunque siempre creyera lo contrario.

1 comment:

Gustavo A. Abril said...

Paula Mariel (qué bonito nombre):

Qué interesante me parece la lectura de estos esxritos tuyos. Mis ideas y conceptos sobre la creación son muy parecidas, aunque no todas (claro). Hay un libro que me hizo ser más "fundamentalista" con respecto al tema del Génesis y, si me permites recomendarte su lectura, se titula "Evolución de un creacionista". No recuerdo en este momento el nombre del autor, pero es un científico norteamericano que, por medio de la misma ciencia, entendió que existe un diseño inteligente que precedió a lo materialmente existente.

Saludos